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Tomarle el pelo a un amigo o compañero del trabajo puede lograr que todos se diviertan, en especial si la persona a la que le tomarás el pelo no se ofende. Sin embargo, sí es importante que sepas dónde trazar el límite para no dañar tu relación con esa persona. Ya que el límite que separa lo gracioso de lo ofensivo no es el mismo para todos, debes tomarte el tiempo de considerar cómo es la persona a la que le tomarás el pelo, los temas que debes (y no debes) tocar y cómo harás el chiste de manera correcta.

Método 1
Método 1 de 3:

Obtener ideas para la broma

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  1. Si no tienes mucha experiencia en bromas, tómate el tiempo para investigar. Observa bromas hechas por otra gente y descubre las técnicas que utilizan para hacer reír a la gente. Puedes encontrar bromas a celebridades en canales de comedia o en internet.[1]
    • Ten en cuenta que las bromas profesionales quizá vayan más lejos de lo que tú deberías, según tu situación. Por ejemplo, si vas a tomarle el pelo tu jefe, es posible que tengas que moderarte bastante.
  2. Anota las cosas que esta persona haga que sean un poco locas o absurdas. Quizá la persona tiene el hábito de comer la comida en platos separados o de entrar a un ascensor solo si hay menos de cinco personas allí. Estos pequeños hábitos pueden ser muy buenos para hacer una broma.[2]
    • Por ejemplo, quizá a la gene le resulte gracioso que una persona adore la mantequilla de maní y los emparedados de mortadela, ya que esto está un poco fuera de lo normal. Sin embargo, si el hábito de una persona es mandarle mensajes crueles al resto, eso ya no resultará tan gracioso. Está fuera de lo normal, pero le causa daños emocionales a la gente.[3]
  3. Otra buena fuente para hacer una broma es pensar en interacciones interesantes que hayas tenido con la persona. Todos tienen malos días, y el modo en el que esta persona actuó en un mal día quizá te sirva para tomarle el pelo a alguien. Alternativamente, puedes pensar en algún recuerdo que tengas en el que esta persona haya hecho algo realmente ridículo.[4]
    • Por ejemplo, quizá esta persona haya saltado dentro de una pileta (con la ropa puesta) en una fiesta del trabajo para salvar una caja de donas. Puedes utilizar esta historia para tomarle el pelo.
  4. En general, las bromas que generan mayor cantidad de risas tienen un elemento de verdad, pero no cruzan la línea de ser descaradamente crueles.
    • Por ejemplo, puedes mencionar el par de pantalones que Juan usa para ir a trabajar que le quedan tan cortos que demuestran su poco sentido de la moda, pero no ataques directamente el sentido de la moda de alguien sin contexto alguno ni le hagas bromas por usar ropa que lo hace ver gordo.
  5. Si tienes dificultades para reunir el material necesario, siéntete libre de preguntarles a otras personas si no tienen nada que les gustaría agregar. Es posible que aporten algo que a ti nunca se te hubiera ocurrido, por lo que enriquecerán la broma.[5]
    • También puedes utilizar historias que hayan circulado por tu grupo de amigos durante años. Imagina que, por ejemplo, la persona tiene la fama de siempre quemar la comida cuando tiene invitados, y entonces en el grupo se bromea:
      • “Todos conocen la mala suerte que tiene Juan cuando está cerca de una parrilla. Así que, cuando me invita a comer, salteo un paso y llevo a los bomberos conmigo. Bueno, en realidad, simplemente invento una excusa para que compremos comida para llevar. No hay remate aquí. Juan es un cocinero tan pero tan malo”.
  6. No te vuelvas loco buscando temas extraños para hacer una broma. Concéntrate primero en las cosas que todos, incluso aquellos que conocen poco a la persona, puedan reconocer rápidamente. ¿La persona es muy alta? ¿Tiene una voz sorprendentemente grave? ¿Es pelada? Siempre que sea algo de lo que ellos mismos puedan reírse, puedes apuntar varios de tus chistes a este tipo de blanco fácil.[6]
    • ¿La persona se está volviendo vieja?: “No hace falta que Lorenzo vaya al teatro a ver ‘La momia’. Ya estaba ahí cuando la envolvieron y la enterraron”.
    • ¿La persona es mala con la tecnología?: “Lorenzo es un buen enfermero, pero es muy malo con las computadoras. Introdujo más virus a la oficina que los pacientes”.
    • ¿La persona es despilfarradora?: “Lorenzo es tan tacaño que todos los negocios de la ciudad tuvieron que cambiar las notas que tenían en las bandejas de los centavos que están al lado de sus cajas registradoras para que dijeran “toma un centavo, ¡DEJA UN CENTAVO, LORENZO!”.
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Método 2
Método 2 de 3:

Perfeccionar los chistes y hacerlos

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  1. De un lado de la tarjeta, pon la historia o el chiste; del otro, escribe distintos remates. Incluye las distintas direcciones que el chiste puede tomar (menos ofensivo, más ofensivo o una dirección completamente distinta). De esta manera, te resultará más fácil adaptar tus chistes a la respuesta que obtengas del público. Por ejemplo:[7]
    • "Simplemente mírenlo ahí, despatarrado en esa silla. Déjenme decirles, mi hermano es tan vago…"
      • "… que ni siquiera puede juntar la energía necesaria para reírse de estos chistes divertidísimos”.
      • "… que su exmujer le dijo ‘¡Me cansé! Me voy’, y él le respondió ‘¿Podrías alcanzarme una cerveza antes de salir?’"
      • "… que ya nadie le pide que haga nada. Ay, esperen, recién me doy cuenta: ¡mi hermano es un genio!"
  2. El factor sorpresa te ayudará a crear un remate para el chiste. Es decir, la gente suele creer que la historia va hacia un lugar determinado. Si toma otro camino, esto puede hacerlos reír. Utiliza las excentricidades de la persona para crear el factor sorpresa. Alternativamente, utiliza una línea tuya para sorprender a la audiencia.
    • Por ejemplo, imagina que la persona está obsesionada con el té. Puedes contar la historia de esta manera: “Una vez, vi a Carlos llevando a la oficina una caja que tenía cerca de 200 tés. Le dije, ‘¿Carlos, cómo es posible que una persona tome tanto té?’ y me contestó ‘Te cuento un secreto: remojo mis pies en té debajo de mi escritorio para tener menos mal olor en los pies’. Y cuando le pregunté ‘¿Entonces por qué tienes los dientes marrones?’, me contestó ‘Bueno, no lo voy a desperdiciar. ¡Este té es caro!’"
  3. Una parte importante de ser gracioso es saber moderar el ritmo. Si te apresuras para contar la historia y el remate, es probable que dejes a todos desconcertados. En cambio, es importante que incluyas pausas para que la audiencia pueda seguirte el ritmo, en especial a la hora de hacer el remate.[8]
  4. Lo que realmente hará que tu broma sea graciosa es darle perspectiva a lo que vas a decir utilizando otras historias para enfatizar el mensaje central. No es gracioso si simplemente dices "Ja ja, ¿no es gracioso Fede?, siempre llega tarde”. Sin embargo, si dices lo mismo pero con una historia, a la gente le resultará más divertido.[9]
    • Por ejemplo, puedes decir “Fede nunca llegó puntual a una reunión de personal. De hecho, cuando le tocó conducir una, creyó que tenía que comenzar diciendo ‘Bueno, ¿alguna pregunta antes de que terminemos?’ Y para el ‘desayuno continental’ trajo un descafeinado tibio y media rosca pan de cebolla para compartir entre todos”.
    • A pesar de que dar detalles es bueno, asegúrate de que no te lleve demasiado tiempo llegar al punto de la broma.[10]
  5. Si no te sientes seguro para hacer bromas, la gente que se encuentra a tu alrededor tampoco lo estará. Las bromas fracasarán. Debes creer en tus bromas, o al menos actuar como que crees en ellas, para captar realmente la atención del resto.[11]
    • Mira alrededor de la habitación y busca la mirada de la gente. Además, párate derecho e intenta no moverte nerviosamente. Habla con un tono claro y cautivador.
    • Practica varias veces frente al espejo. Recuerda que debes actuar.
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Método 3
Método 3 de 3:

Encontrar el límite entre lo gracioso y lo ofensivo

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  1. No querrás tomarle el pelo a alguien que se sienta ofendido por lo que le dices. Haz memoria: ¿Alguna vez te reíste de esta persona? Si reaccionó mal, es probable que no sea un buen candidato. Si no quieres que sea una sorpresa, incluso puedes preguntarle a esta persona si se siente cómodo cuando le hacen bromas.[12]
    • A pesar de que sientas que la gente que no soporta que le hagan bromas es la que más merece que se las hagan, en general son los peores candidatos. Elige a gente que sepa reírse de sí misma.[13]
  2. Siempre que le tomes el pelo a alguien, te darás cuenta que hay un límite que no debes cruzar. Si lo cruzas, podrías ofender de verdad a la otra persona. El problema es que ese límite varía según cada caso, así que es posible que te sea difícil encontrarlo.[14]
    • Utiliza tu propia experiencia con la persona para decidir qué temas puedes tocar y cuáles cruzan el límite.
    • Por ejemplo, no es una buena idea hacer bromas de los hábitos alimenticios de alguien que sabes que ha sufrido desórdenes alimenticios o que tiene problemas con su imagen corporal. Por otra parte, quizá otra persona no se sienta ofendida si le haces bromas de sus hábitos alimenticios, pero sí se moleste si le haces bromas de su forma de vestir.
  3. Si tienes bromas que crees que van muy lejos, intenta decírselas primero a alguien del mismo grupo social. Por ejemplo, si vas a tomarle el pelo a un compañero de trabajo, pregúntale a otro compañero de trabajo qué piensa de la broma. Si vas a tomarle el pelo a un familiar, pregúntale a un familiar. En general, estas personas podrán decirte si te pasaste de la raya.[15]
    • Elige a alguien que sea discreto respecto del material que intentas evaluar. Si realmente te pasas de la raya, lo mejor es que la persona a la que le ibas a tomar el pelo no se entere.
  4. Si fuiste muy lejos, deberías poder identificarlo a través de su lenguaje corporal. Si se está riendo al igual que el resto, probablemente lo estés haciendo bien. Sin embargo, si notas que la persona parece incómoda, lo mejor será cambiar de tema.[16]
    • Por ejemplo, es posible que la persona finja una sonrisa o que incluso se vea molesta.
    • Quizá esté en una posición que muestra infelicidad, con las piernas o brazos cruzados e inclinada alejándose de ti. También es posible que esté inquieta y que se mueva mucho en su asiento.
  5. En general, las relaciones pasadas son un tema delicado para todos, en especial si la relación no sucedió hace tanto tiempo. Probablemente sea una buena idea evitar estas bromas, especialmente aquellas sobre relaciones particulares. Además, debes pensar con quién estará la persona cuando le tomes el pelo. Si ahora tiene una nueva pareja, al hablar del pasado podrías causar problemas sin querer.[17]
    • Dicho esto, debes saber que hay gente que sabe tomarse bien este tipo de bromas, ¡incluso si tú eres la persona con la que estuvo en una relación!
  6. Es decir, aplica el dicho “más vale prevenir que curar” a la hora de decidir los temas que cruzan el límite. Por ejemplo, lo más probable es que no sea adecuado bromar acerca de la madre muerta de alguien. De manera similar, reírse de las creencias políticas o religiosas de otra persona la hará sentirse marginada.[18]
    • Sin embargo, recuerda que no hay normas estrictas. Debes conocer a tu blanco y a la audiencia.
  7. Es difícil distinguir exactamente cuándo una broma cruza el límite y resulta ofensiva o cruel, pero en general lo percibirás. Si alguna de las bromas que piensas hacer te hace sentir incómodo, probablemente lo mejor sea no hacerla. Se supone que la broma debe ser divertida, no ofensiva.[19]
    • Si no puedes disfrutar de hacer bromas, entonces ¿para que si quiera te molestarás en hacerlas?
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Categorías: Trucos con el cuerpo
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